Este edificio de habitaciones se ubica en un área rectangular junto al límite Sureste del recinto del complejo, limitando en sus lados más largos por un lado con las edificaciones residenciales y jardines del club y por otro con un frondoso bosque de pinos. El lado Suroeste se orienta hacia una pequeña cala de arena. La considerable pendiente del emplazamiento será, junto con la búsqueda de la mejor orientación y vistas para cada habitación, los condicionantes más determinantes para el proyecto. Con este fin se decide agrupar todas las habitaciones en 6 volúmenes independientes que adoptan la forma de cajas abiertas por uno de sus caras a 3 orientaciones (Oeste, Suroeste y Sureste) que se unen entre sí mediante pasarelas de anchura variable que incluyen los necesarios elementos de comunicación vertical, dando lugar a un edificio con dos accesos independientes desde el camino que discurre sinuosamente entre los edificios preexistentes y la nueva construcción. La aparente complejidad volumétrica del resultado final ha hecho imprescindible no sólo el estudio de la imagen que el edificio quiere proyectar al exterior, sino también la búsqueda de diálogos entre éste y los edificios preexistentes, el entorno natural del propio Club y el paisaje natural circundante. Los materiales (vidrio, piedra caliza, madera) y soluciones constructivas propuestas enfatizan el juego entre las cajas habitacionales y los espacios comunes que las abrazan y las recorren, entre lugares estáticos y dinámicos, entre el refugio y el camino. El edificio se clasificó como segundo finalista de los X Premios Porcelanosa en la categoría de «Proyectos realizados».